Pocas palabras provocan tanto temor en un consultorio médico que muchos no quisieramos escuchar recibir la noticia de cáncer. Se conocen más de un centenar de tipos de esta enfermedad, de diferentes niveles de agresión. Muchos son susceptibles al tratamiento, y algunos son curables. Sin embargo, el cáncer es la segunda causa de muerte en América del Norte, después de las enfermedades cardiovasculares. Un tercio de las personas finalmente morirán de algún tipo de cáncer. Muchos cánceres pueden evitarse mediante un régimen triple: mantener una buena dieta, evitar los agentes carcinógenos, y fortalecer las defensas del organismo.
Los cánceres más comunes son el de próstata (en el hombre) y de mama (en la mujer), seguidos por el cáncer de pulmón y el colorrectal. Les sigue el cáncer de vejiga en los hombres, el cáncer de útero en las mujeres, linfoma en los hombres y cáncer de ovario en las mujeres.
CARCINOGÉNESIS
Las células sanas tienen un mecanismo incorporado que sólo permite la duplicación celular con tres fines: el crecimiento normal, la recuperación del tejido dañado, y el reemplazo de células perdidas en el metabolismo normal del organismo. Sin embargo, las células pueden perder su capacidad para regular el crecimiento, duplicándose incontroladamente, y con el tiempo, formando una masa de tejido canceroso. Este tumor puede crecer lo suficiente como para desplazar a los tejidos normales, a veces liberando células enfermas que propagan el cáncer en otras partes del cuerpo por el proceso de metástasis. Los síntomas se desarrollan cuando ese crecimiento comienza a interferir con las funciones corporales, o a agotar sus recursos energéticos. No está totalmente claro cómo y por qué estas células pierden su autorregulación, aunque muchas causas posibles han sido señaladas. Algunos carcinógenos ambientales predeciblemente iniciarán el crecimiento canceroso, inclusive, una variedad de productos químicos, y los altos niveles de radiación. Otros factores son menos predecibles. Las diferencias en nuestra composición genética o en nuestros sistemas inmunológicos aparentemente protegen a algunas personas más eficazmente que a otras. También sabemos que la susceptibilidad a ciertos tipos de cáncer a veces se hereda de la familia o del conjunto genético racial, pero los factores desencadenantes son todavía desconocidos. Aparte de los factores genéticos, podemos identificar los siguientes factores causales: la contaminación del humo del cigarrillo; el escape de combustibles fósiles; los metales pesados, pesticidas y otros; la radiación ionizante de los rayos X; los residuos nucleares; la radiación ultravioleta (UV) solar intensificada por una capa de ozono empobrecida. La mala alimentación es un factor importante, y por último, ciertos virus pueden contribuir al desarrollo de cáncer: el SIDA, la hepatitis C, el virus de Epstein-Barr y el virus del papiloma humano.
La Sociedad Americana del Cáncer hace las siguientes sugerencias para minimizar el riesgo de cáncer: mantener un peso corporal adecuado; comer todos los días una dieta variada que incluya frutas y verduras; consumir más alimentos ricos en fibra (granos enteros, cereales, legumbres, etc.); reducir el consumo total de grasas; limitar la ingestión de bebidas alcohólicas y de alimentos ahumados, y los conservados con sal y nitratos. El cáncer comienza con una mutación en el código genético de la célula: una reprogramación de los patrones de desarrollo que produce un crecimiento descontrolado. Una combinación de factores genéticos y ambientales que incluye la dieta, puede contribuir a esta duplicación aberrante. Una teoría sugiere que cuando los radicales libres se forman en el núcleo de la célula, su código de ADN puede quedar dañado. Otra teoría sugiere que factores como la mala alimentación y el humo del cigarrillo comprometen al sistema inmunológico y debilitan las defensas del cuerpo que de otro modo podrían destruir una nueva célula cancerosa desde el principio, mientras todavía es vulnerable. Independientemente de la teoría, tenemos una deuda con nosotros mismos de prestar atención a todos los factores posibles, y aprovechar cualquier manera de minimizar el riesgo de cáncer. Una de estas maneras consiste en mantener los niveles adecuados de GSH.
GSH y CÁNCER Se han escrito centenares de artículos médicos describiendo el papel del GSH en la prevención de cáncer y en su tratamiento. Se dividen en tres grupos principales:
- La prevención, inclusive la desintoxicación de carcinógenos, la antioxidación, y el aumento de la respuesta inmunológica;
- Las posibilidades terapéuticas, tales como las metodologías antitumorales, y el tratamiento y prevención de la desnutrición y la caquexia;
- La función especial del GSH en la quimioterapia y la radioterapia, mediante la cual se aumenta la eficacia de estos arduos tratamientos, mientras minimiza sus efectos secundarios.
PREVENCIÓN DEL CÁNCER
Un artículo de 1996 en el European Journal of Cancer (Revista Europea del Cáncer) llegó a sugerir que los radicales libres fueran clasificados como “un tipo importante de agentes carcinógenos”. Debido a su gran capacidad como el mayor antioxidante de la célula, el GSH puede absorber oxiradicales y otros radicales libres mientras se están formando en la célula. Esto evita que sucedan daños a diversas partes de la célula, especialmente al ADN en su núcleo. El GSH aporta el beneficio adicional de mejorar el efecto de otros antioxidantes como la vitamina C, la vitamina E y el selenio. Esto refuerza aún más la capacidad del cuerpo para destruir los radicales libres. Por si esto fuera poco, el GSH también desempeña un papel importante en la síntesis y reparación del ADN. No cabe duda que el buen funcionamiento del sistema enzimático del glutatión protege del cáncer. Esto está claramente ilustrado por un estudio publicado en el Journal of the National Cancer Institute (Revista profesional del Instituto Nacional del Cáncer). Esta investigación se enfocó en las personas con deficiencia de la enzima gluratión-S transferasa-mu-I (GSTM1). La GSTM1 es un importante antioxidante que también desintoxica los carcinógenos comunes causantes del cáncer de vejiga, tales como el humo del tabaco. Aproximadamente una de cada dos personas hereda dos copias defectuosas del gen GSTM1, y como resultado, se afecta el funcionamiento de esta enzima. Se encontró que un 25% de todos los cánceres de vejiga se produjeron en las personas que carecen de esta enzima, y que los grandes fumadores a quienes les falta este gen eran seis veces más propensos a desarrollar cáncer de vejiga.
Existe un vínculo entre la pérdida de actividad del glutatión, y el desarrollo de cáncer de próstata. Otra enzima de glutatión, el glutatión-S-transferasa-pi-I (GSTPI) casi siempre desaparece en las lesiones cancerosas y precancerosas de próstata. Parece que el cáncer de próstata comienza con la inactivación de esta enzima de glutatión. Muchos estudios han encontrado un vínculo entre la pérdida de GSTPI y la transformación maligna de los tejidos prostáticos. Algunos estudios similares han relacionado genes carentes de GSH al cáncer de mama y de pulmón, y sobre todo en los fumadores. Varios científicos han sugerido que las personas deberían ser evaluadas por estos defectos genéticos o enzimáticos como una manera de determinar su nivel de riesgo. El GSH también desempeña un papel específico en la desintoxicación de numerosos y conocidos carcinógenos y mutágenos en el medio ambiente. Conjugando o neutralizando estas sustancias que causan cáncer, el GSH las convierte en una forma que el cuerpo puede eliminar. El papel del GSH en la desintoxicación simplemente no puede ser sobrevaluado. Dado que el hígado es el órgano principal desintoxicante del cuerpo, no es de extrañar que contenga las concentraciones más altas de GSH en el cuerpo. La Delegación de Quimioprevención del Instituto Nacional del Cáncer (EE. UU.) durante la última década ha estado desarrollando medicamentos para disminuir la incidencia de esta temible enfermedad. Las sustancias que aumentan los niveles de GSH, como la N-acetilcisteina (NAC) y el derivado de selenio, la selenometionina, aparecen en su lista corta de las terapias efectivas. Uno de los éxitos importantes de sus esfuerzos de investigación es la demostración estadística de que el selenio protege contra el cáncer de próstata. Otros estudios han identificado al selenio como protector contra los cánceres de colon, los rectales y de pulmón, así como los pólipos colónicos. R.B. Balansky, C.C. Conaway, H. Witschi, y otros investigadores estadounidenses y europeos han demostrado con éxito que la NAC puede retrasar el crecimiento de los cánceres inducidos por toxinas como uretano, nitrosaminas, doxorrubicina, etilnitrosourea, y otros agentes causantes de cáncer.
La NAC aparentemente protege contra los efectos carcinógenos del humo del cigarrillo. N. Van Zandwijk del Instituto del Cáncer de los Países Bajos, escribe, «La NAC ha surgido como un muy prometedor agente quimiopreventivo contra el cáncer:” S. De Flora hizo un resumen de un extenso estudio sobre la quimioprevención: el estudio fue patrocinado por el Proyecto Enroscan, y describió los muchos efectos positivos de la NAC como agente preventivo contra el cáncer. Se revisaron sus posibles usos en contra de cánceres de pulmón, mama, colon y piel; Y los mecanismos verdaderos por los cuales la NAC y el GSH ejercen estos efectos protectores.
Uno de los efectos del (GSH) glutatión sobre el sistema inmunológico es controlar y equilibrar el crecimiento de las células linfocitos T (un tipo de glóbulos blancos), lo que refuerza la respuesta inmunitaria. Los individuos inmunodeprimidos son a menudo más propensos a contraer el cáncer, siendo un buen ejemplo el sarcoma de Kaposi, un cáncer encontrado mayormente en pacientes de SIDA. Los especialistas en cáncer han desarrollado recientemente una estrategia llamada inmunoterapia en un intento por optimizar las defensas naturales del cuerpo contra el cáncer. La inmunoterapia consiste en herramientas para estimular el sistema inmunológico. Un equipo japonés de la Universidad de Kyoto demostró que la adición de NAC a las citoquinas – una clase de agentes inmunoterapéuticos – estimulaba las células inmunes y sus productos bioquírnicos. Sugieren que éste puede ser un complemento eficaz para el tratamiento del cáncer primario del hígado.
POSIBILIDADES TERAPÉUTICAS
La extirpación quirúrgica del cáncer sólo es factible si el tumor no se ha esparcido mucho, y es accesible. La radiación y/o la terapia química pueden ayudar, pero ambos causan gran daño tanto en las células normales como en las cancerosas. Una piedra angular de la investigación reciente ha sido la búsqueda de maneras para limitar el daño a las células normales hecho por tales tratamientos contra el cáncer. La quimioterapia es un envenenamiento controlado del paciente, basado en la idea de que las células cancerosas de rápido crecimiento son más sensibles al veneno que las células normales. Muchos, pero no todos, de los agentes quimioterapéuticos producen efectos secundarios especialmente desagradables. La terapia de radiación funciona de manera similar. El área cancerosa está seleccionada y bombardeada con radiación. El tumor es teóricamente más sensible a la radiación que el tejido circundante sano, pero este tratamiento también puede producir graves efectos secundarios. Experimentos recientes demuestran que el contenido de GSH, (glutatión) tanto de las células normales como de las cancerosas, les hace más o menos susceptibles al daño. Los altos niveles de GSH claramente ayudan a proteger las células de la quimioterapia, mientras los bajos niveles las hacen vulnerables. Sería ideal si los niveles de GsH fueran altos en las células normales y bajos en células tumorales, pero muchas células humanas de cáncer tienen niveles de GsH particularmente altos. El cáncer es la única condición conocida en que los niveles de GSH, de otra manera estrictamente regulados, son excedidos. Es característico de las células cancerosas, eludir los controles normales regulatorios. Las células tumorales con alto contenido de GSH frecuentemente muestran una resistencia a la quimioterapia, por lo que se ha intentado reducir los niveles de GSH en células cancerosas usando fármacos como el butionina sulfoximina (BSO). El problema es que el BSO reduce los niveles de GSH en las células sanas también, magnificando los efectos secundarios ya intolerables de la quimioterapia. Así que este enfoque es poco práctico. No obstante, puede haber una manera para disminuir el GSH únicamente en células de cáncer. Paradójicamente, los precursores que elevan los niveles de glutatión en las células normales desencadenan una reacción opuesta en las células cancerosas. Cuando la producción de GSH es sobre estimulada en las células cancerosas, éstas detienen la producción de glutatión en un proceso llamado inhibición por retroalimentación negativa, haciéndolos más susceptibles a la destrucción. Mientras tanto, el tejido normal utiliza los precursores para producir glutatión, dejándolo con mejores defensas.
Esta paradoja se describió tan temprano como 1986, por el equipo de A. Russo en la revista profesional Cancer Research (Investigación sobre el cáncer). Cuando el fármaco oxothiadolizine-4-carboxilaco (OTZ), que promueve el GSH, fue introducido en células humanas de cáncer de pulmón, su nivel de glutatión no aumentó a pesar de que los niveles de GSH en las células normales a su alrededor lo hizo. Investigadores de la Universidad de McGill, Sylvain Barucheld, Gerry Batist, y su equipo en Montreal demostraron que el OTZ podía reducir el GSH en las células de cáncer de mama, a la vez que lo aumentaba en células normales. Este equipo trabajaba más adelante con el Dr. Gustavo Bounous, y publicó resultados similares en la revista Cancer Research, utilizando la proteína de suero de leche Immunocal para proveer los precursores alimenticios de GSH. Algunos estudios realizados con el mismo producto también se llevaron a cabo en pacientes con carcinoma metastático, el cáncer diseminado a otras partes del cuerpo. Estos pacientes recibieron Immunocal durante seis meses. Aunque no eliminó el cáncer, un porcentaje significativo, no manifestó una regresión del tumor, o exhibió una estabilización. La mayoría también experimentó la ventaja de una normalización en el nivel de la hemoglobina y en el conteo de glóbulos blancos. Los mismos investigadores demostraron que los niveles de GSH elevados pueden aumentar la acción anticancer de ciertos agentes quimioterapéuticos. Otro equipo canadiense – esta vez de la Universidad de Saskatchewan condujo ensayos clínicos en pacientes con cáncer avanzado y progresivo. A estos pacientes se les dio dosis tóxicas de paracetamol como quimioterapia, además de la NAC para elevar sus niveles de glutatión. Los investigadores tenían la esperanza que la NAC pudiera aumentar el GSH sólo en las células normales, y los resultados les dieron la razón. Más de la mitad de los pacientes, no mostró una mejoría, o evidenció una estabilización. Sin embargo, a los especialistas en cáncer aún les preocupa que la elevación del GSH no selectiva pueda, en ciertos casos, disminuir las ventajas de la quimioterapia. Consecuentemente, cualquier terapia del GsH debe constituir una parte integral del tratamiento de cáncer en su conjunto. Los pacientes de cáncer nunca lo deben iniciar por su cuenta, y deben hablar primero con su médico responsable. Estudios adicionales han investigado los efectos de las proteínas nutritivas sobre sustancias químicas que causan cáncer en los animales. Investigadores que realizan experimentos similares en Canadá y Australia sometieron roedores al potente carcinógeno dimetilhidrazina, que causa un cáncer de colon similar al de los humanos, y les alimentaron con una variedad de proteínas. Los animales que consumieron el concentrado sin desnaturalizar de proteína de suero de leche, mostraron menor cantidad de tumores y una dimensión tumoral reducida. Los científicos encontraron que esta proteína ofreció «una protección considerable al huésped” aun más que cualquier otra proteína. Se acepta como un hecho de la vida que la incidencia y las tasas de mortalidad causados por el cáncer aumentan con la edad. Ciertos tipos de cáncer, de hecho, pueden ser considerados como enfermedades del envejecimiento, especialmente el cáncer de la glándula prostática. Cambios específicos de envejecimiento hacen a los pacientes más susceptibles al cáncer. También tienen menos protección contra el daño oxidativo, y una disminución de la respuesta inmunológica. El efecto protector del GSH disminuye con la edad. Por lo general, perdemos de 20% a 40% del GSH después de los 65 años. Un estudio reciente demostró de forma convincente que los niveles normales de andrógenos (hormonas sexuales masculinas) en los hombres mayores conducen a una disminución de los nivelesde GSH en la glándula prostática. La terapia antiandrogénica – también conocida como castración química- es un tratamiento común para el cáncer de próstata. Se sabe que los andrógenos actúan como estresores oxidativos, y que pueden alterar el equilibrio prooxidante/ antioxidante. Niveles disminuidos del GSH conducen a la pérdida de la función antioxidante, y pueden desencadenar el mecanismo de la carcinogénesis prostática. El análisis de sangre del antígeno prostático específico (APE) se utiliza como prueba de detección para el cáncer de próstata, y para dar seguimiento al progreso de los hombres que padecen este tipo de cáncer. Los niveles más altos de la APE usualmente indican el progreso de la enfermedad, mientras que la caída de los niveles muestra el éxito del tratamiento. Unos estudios que siguen los niveles de la APE en pacientes que toman sustancias promotoras del GSH están ahora en desarrollo. La terapia de GSH tiene una mínima potencialidad de toxicidad, y se espera que llegue a ser un tratamiento estándar. En 2007 los resultados de un ensayo clínico multicéntrico, doble ciego, controlado con placebo, fueron publicados por un equipo encabezado por unos eminentes investigadores de fama mundial, los Dres. Richard Tozer y Droge Wulf. El objetivo del estudio era averiguar si un aislado de una proteína de suero especialmente preparado podría mejorar la calidad en las variables de vida en pacientes con cáncer quienes recibían quimioterapia. No solo se mejoraron estos resultados, sino también se demostró una mejoría estadísticamente importante en la prevención, e incluso en la reversión de la severa pérdida de peso (caquexia) normalmente observado en estos pacientes.
MALNUTRICIÓN / CAQUEXIA
El tratamiento anticancer a menudo se acompaña por la pérdida de peso, apetito, energía y fuerza. La buena nutrición resulta fundamental, y debe incluir los apropiados suplementos dietéticos. El mismo cáncer, el tratamiento anticancer, y el estado comprometido de la nutrición: todos bajan los niveles intracelulares de glutatión. Esto debilita en gran medida las defensas antioxidantes e inmunológicas, haciendo que los pacientes queden más susceptibles a otras enfermedades e infecciones oportunistas. El conocido inmunólogo e investigador alemán Wulf Droge ha estudiado la pérdida del peso y de la masa muscular en el cáncer, el SIDA, la sepsis y otras enfermedades. Él ha notado las similitudes que existen entre ellos, y señala una causa común: el agotamiento del GSH. Tanto él como otros investigadores, al continuar sus estudios, han puesto a prueba la posibilidad de que la terapia para mejorar el glutatión sea capaz de retrasar o detener este proceso de degeneración. El incremento de la síntesis del GSH depende de la ingestión de alimentos que contienen cisteína. Las fuentes ricas de este precursor de GSH son muy difíciles de conseguir, y frecuentemente no son bien tolerados por el paciente. La cisteína es disponible como un aminoácido libre y se puede tomar, pero tiene atributos tóxicos; por eso, no se recomienda. Los fármacos NAC y OTC pueden elevar los niveles de GSH, pero sus efectos son de corta duración. Además, tienen poco valor nutritivo. Las proteínas del suero de leche tienen un valor nutritivo excelente, pero por lo general carecen de precursores del GSH. La fuente ideal de la cisteína alimenticia debe ser natural, nutritiva, bioactiva y sin desnaturalizar. En 2007, un ensayo clínico, multicéntrico, doble ciego, controlado con placebo, fue publicado por un equipo encabezado por los mundialmente eminentes investigadores, los Dres. Richard Tozer y Droge Wulf. El objetivo del estudio era averiguar si un aislado de la proteína de suero de leche especialmente preparado podría mejorar las variables de la calidad de vida en pacientes con cáncer que recibían quimioterapia. Los resultados no solo se mejoraron, sino también se demostró una mejoría estadísticamente significativa en la prevención, e incluso una reversión de la pérdida severa de peso (caquexia) normalmente observada en estos pacientes.
Historias clínicas
- La quebequense Ivy-Marie es una mujer muy activa de treinta y siete años de edad, sobreviviente de cáncer de mama. Después de que ella se sometiera a su primera intervención quirúrgica, el informe del patólogo sugirió que recibiera una docena de sesiones de quimioterapia y radioterapia. Ella empezó a sufrir muchos efectos secundarios, entre ellos un abatimiento profundo y agotamiento, toda una nueva experiencia para ella. Después de diez sesiones de terapia y muchas visitas a su médico para lidiar con tales efectos secundarios, Ivy-Marie comenzó a ingerir 30 grs. diarios de un concentrado de proteína de suero de leche. Su fortaleza física y su sentido de bienestar mejoraron en una semana, y ella toleró sus dos últimas sesiones de quimioterapia con pocos efectos colaterales. Ha vuelto a su rutina normal, y permanece libre de cáncer.
- Quejándose de dolor del abdomen, Luisa, originaria de Alberta, Canadá, tenía cincuenta y cuatro años cuando se percató de que sufría de cáncer ovárico. Mientras esperaba que llegara la fecha de su cirugía, presentó tos persistente y malestar general, que resultaron ser una metástasis (la esparción del cáncer) que había invadido su pulmón. Al fin, necesitaba una cirugía pélvica para aliviar su malestar, pero decidió no someterse a tratamiento para su metástasis al pulmón. Empezó a tomar diariamente una proteína bioactiva especialmente preparada del suero de leche, además de multivitaminas; notó un gran mejoramiento después de unas semanas. Cuatro meses después, las radiografías no revelaron ningún aumento en el tamaño del tumor. Después de nueve meses las radiografías pusieron en manifiesto una disminución del tamaño del tumor. Luisa aún disfruta atendiendo a su familia y a su hogar.
Existen muchos tipos de cáncer, y quizá centenares de causas potenciales de ellos, pero la mayoría de los casos se acompañan por un nivel bajo de defensas antioxidantes en el organismo. Por si fuera poco, la mayoría de las terapias anticancer imponen una enorme carga sobre el cuerpo, y pueden agotar las pocas defensas naturales remanentes. Aquellos que padecen cáncer deben ponerse en manos de los mejores médicos que puedan hallar, pero también deben cuidar su alimentación de una manera especial. Los pacientes reciben grandes dosis de fármacos, y como resultado, sufren la inapetencia y la falta de energía, especialmente mientras se sometan a la quimioterapia o la radioterapia. Una fuente natural de energía también capaz de reforzar las defensas antioxidantes podría hacer toda la diferencia para las personas que sufren esta enfermedad angustiante, y su nocivo tratamiento. Las proteínas bioactivas de suero de leche sin desnaturalizar constituyen una forma ideal para aumentar los niveles de GSH, además de satisfacer los requerimientos proteicos. El glutatión elevado reabastece las defensas antioxidantes, contribuye a la síntesis y reparación del ADN, y ayuda a desintoxicar numerosas sustancias carcinógenas y mutágenas.
Para información sobre la proteína bioactiva especialmente preparada del suero de leche sin desnaturalizar: Immunocal comunicarse al WhatsApp (502) 4930-9329
Fuente: Libro Glutatión, La Clave para tu Salud, Jimmy Gutman MD